Basta
de secretos. Cultura infantil, saturación de información e infancia posmoderna.
La infancia es una creación de la sociedad que
está sujeta a cambio cada vez que tienen lugar transformaciones sociales
importantes. El apogeo de la infancia tradicional duró desde alrededor de 1850
hasta 1950. Protegidos de los peligros del mundo adulto, durante ese período
los niños fueron retirados de las fábricas y entraron a las escuelas. A medida
que el prototipo de familia moderna se desarrollaba a finales del S XIX, la
conducta apropiada de los padres hacia los hijos se fundó en torno a las ideas
de ternura y responsabilidad adulta por el bienestar de los niños. La
psicología infantil moderna, que surgió durantes esa época del niño protegido,
la construyeron de manera no deliberada los supuestos tácitos del período. Los
grandes psicólogos infantiles desde Erikson a Gesell o Piaget concebían que el
desarrollo del niño estaba determinado por fuerzas biológicas.
La
crisis contemporánea de la infancia.
El cambio de las realidades económicas
emparejado con el acceso de los niños a la información sobre el mundo adulto ha
alterado espectacularmente la infancia. El genio de la infancia tradicional
está fuera de la botella y no puede volver a ella. Los artículos recientes sobre
la cuestión publicada tanto en la prensa popular como en la especializada
hablan de la “infancia perdida”, de que los niños crecen demasiado deprisa y
del terror infantil en el aislamiento del hogar y la comunidad fragmentada.
Nuevos
sitios de aprendizajes: las
empresas comerciales como educadores.
Esta crisis de la infancia requiere que
examinemos sus causas. Aunque la peligrosa situación a la que los niños deben
hacer frente en la actualidad la han compuesto diversos factores, este libro
analiza uno en particular: la producción de cultura infantil popular de las
empresas comerciales y el efecto de esta cultura sobre los niños. Un intento de
esta índole está dentro de la categoría general de pedagogía cultural, que se
remite a la idea de que la educación tiene lugar en diversos sitios sociales
que incluyen la escolarización pero no se limitan a ella. El trabajo de los
especialistas de la educación requiere examinar tanto la pedagogía en la
escuela como la pedagogía cultural.
La aparición de los estudios culturales ha
facilitado nuestro intento de examinar las prácticas culturales por medio de
las cuales, los individuos se comprenden a sí mismos y al mundo que los rodea. Respaldados por las
ideas de los
estudios culturales, estamos
mejor preparados para examinar
los electos de la pedagogía
cultural con su
formación de la
identidad y su producción y legitimación de conocimiento,
es decir, el curriculum cultural.
Las organizaciones que
crean este curriculum
cultural no son organismos educativos, sino más
bien entidades comerciales
que no actúan
por el bien
social, sino por la
ganancia individual. La pedagogía cultural está estructurada por la dinámica
comercial, fuerzas que se
imponen en todos
los aspectos de
nuestra vida privada
y la de
nuestros hijos (Gwtoux, 1994).
Los patrones de
consumo desarrollados por la
publicidad de las corporaciones habilitan
a las instituciones
comerciales como los
profesores del nuevo milenio. La
pedagogía cultural de
las corporaciones ha
"hecho sus deberes": ha producido formas educativas que tienen un
éxito enorme, cuando se juzga sobre la base de su propósito capitalista. Las empresas comerciales norteamericanas han
revolucionado la infancia sustituyendo las clases tradicionales en el aula y el
trabajo en el pupitre por
muñecas con historia,
reinos mágicos, fantasías
animadas, vídeos interactivos,
realidades virtuales, héroes televisivos de kick-boxing', libros de terror que
producen escalofríos en
la espalda y
una serie completa
de formas de
entretenimiento producidas
aparentemente para los
adultos pero consumidas
con avidez por los niños.
Utilizando la fantasía y
el deseo. los
ejecutivos de las
empresas comerciales han
creado una perspectiva de
la cultura de
finales de siglo
xx que se
mezcla con las
ideologías empresariales y los valores del libre mercado.
El razonamiento principal
aquí es que
nuestra responsabilidad como
padres, cívica y profesional
es estudiar el
curriculum de las
empresas comerciales y
sus repercusiones sociales y
políticas En efecto,
mantenemos que en
cuanto padres, ciudadanos
y profesores debemos considerar
responsables a las
empresas comerciales de
los rasgos pedagógicos de
sus actividades, de
la cultura infantil
que producen.
Situar la cultura popular en
los estudios culturales.
Los problemas sobre la cultura infantil y su relación con la pedagogía
cultural se pueden clarificar y analizar dentro del campo académico de los
estudios culturales. Las tentativas
para definir los estudios culturales son operaciones delicadas, ya que el campo
ha actuado conscientemente de manera que evita las definiciones de las disciplinas académicas
tradicionales. Sin embargo,
los estudios culturales
tienen algo que ver con el
esfuerzo para producir un modo interdisciplinar (o contradiscipilinar) de
estudiar, interpretar y a menudo evaluar las prácticas culturales en contextos
históricos, sociales y teóricos. Negándose
a equiparar la "cultura" con la alta cultura, los estudios
culturales intentan examinar
la diversidad de
expresiones y prácticas
artísticas, institucionales
y comunicativas de una sociedad.
Sus intereses incluyen en particular las "reglas" del
propio estudio académico;
es decir, las
prácticas de discurso que guían la empresa erudita.
Así, los estudios culturales, con su atención a la dinámica del
discurso del campo, tienen interesantes
posibilidades de nuevas
maneras de estudiar
específicamente la educación de
la infancia.
El valor de estudiar la
cultura popular.
El estudio de las formas tradicionales de
cultura infantil ha
proporcionado a los
especialistas algunas ideas
en dominios de
difícil acceso de la consciencia del niño. La relación entre
la cultura infantil
y el deseo/sentimiento de la
infancia hace saltar el fusible cultural racional, conectando así a los adultos
con el mundo
vital de los
niños y concediéndoles un
mejor acceso a las
percepciones de la
infancia.
El entretenimiento de los niños, como otras esferas sociales, es un espacio
público controvertido donde intereses
sociales, económicos y políticos diferentes compiten por
el control.
La cultura popular
proporciona a los
niños experiencias emocionales intensas a menudo sin igual en cualquier
otra fase de su vida. No es sorprendente que esta energía e intensidad ejerzan
una influencia poderosa sobre la definición de sí mismo, sobre las maneras en
que los niños deciden organizar su vida.
El poder unido
al deseo produce
una mezcla explosiva: sin embargo la colonización del
deseo no es el final de la historia. El poder envuelve la consciencia y la
inconsciencia de un
modo que evoca,
sin duda, deseo pero
también culpa y
ansiedad. La intensidad de la culpa y la ansiedad que un niño puede
experimentar como resultado de su encuentro
con el poder
es inseparable del
contexto cultural en el que vive.
La alfabetización necesaria
en la cultura de los medios y en la cultura popular en la hiperrealidad.
La explosión de
información, la saturación
de medios de
finales del siglo
xx con su acceso a dominios privados de la consciencia
humana ha creado un vértigo social. Esta condición social,
llamada a menudo
hiperrealidad, exagera la
importancia de los
que ejercen el poder en todas las fases de la experiencia humana. El
flujo de significadores de la hiperrealidad
en todo, desde
los megabytes hasta
la publicidad de
televisión, disminuye nuestra
capacidad para encontrar
significado o generar
pasión por el compromiso. Con tanta información generada
por el poder bombardeando los sentidos, los
adultos y los
niños pierden la
confianza en llegar
a comprender algo. Los niños que
han sido educados por la cultura popular enfocan la alfabetización desde
un ángulo muy
diferente. La alfabetización en
los medios se
convierte en una destreza
básica necesaria para
negociar la propia
identidad, los valores
y el bienestar
en la hiperrealidad empapada de
poder.
¿Demonio o ángel? Los
impulsos comerciales y democráticos de la televisión.
La televisión comercial se
ha estructurado siempre
por las demandas contrapuestas del
comercio y la
democracia. Cualquier estudio
de la cultura
infantil encontrará estas dinámicas
contrapuestas en juego
en diversos niveles
en los textos examinados.
La cultura infantil de los medios la dictan los intereses comerciales;
los márgenes de beneficios son demasiado importantes para preocuparse por el
bienestar de los niños.
El poder de las empresas
comerciales y la cultura infantil.
El estudio del
poder y la
cultura infantil pone
de manifiesto ideas de
la política norteamericana que, a
primera vista, pueden parecer sólo secundarias a los padres y los
profesionales del niño.
Cuando se comienzan
a explorar los
caminos del activismo infantil, se hace frente
de inmediato a
la concentración del
poder en un
número de manos más
pequeño y cada
vez más comercial.
Una realidad como ésta
no pueden ignorarla los
defensores del niño y los padres interesados. Puesto que el bloque de poder
dominado por las
empresas comerciales no
teme vengarse de
los que desconfían
del efecto de sus
productos. A la
luz del fracaso
de las instituciones
de oposición para
cuestionar la hegemonía
de las empresas
comerciales, éstas tienen
en gran medida el campo libre para producir casi cualquier
cultura infantil que sea rentable.
Cambiar
la infancia vía la cultura infantil/popular.
No
hay duda de que la infancia ha cambiado, a menudo como resultado de su contacto
con la cultura infantil y otras manifestaciones más adultas de la cultura de los medios.
Aunque todo
el público de la cultura
popular desempeña un
papel importante en la
elaboración de su
propio significado de
los textos de
la cultura popular,
la cultura infantil y
la cultura popular
adulta ejercen influencias afectivas especificas.
Los padres ya no
controlan las experiencias
culturales de sus hijos, han perdido
el papel que
desempeñaron en el desarrollo
de sus valores
y de su visión del mundo. Los programas de televisión, las películas,
los juegos de video y la música son en la
actualidad dominio privado
de los niños.
El
dilema de la infancia postmoderna.
Esta
nueva realidad presenta a los adultos un complejo problema. El acceso de los
niños contemporáneos a la cultura infantil comercial y la cultura popular no
sólo les motiva a convertirse en consumidores hedonistas sino que también daña
la inocencia.
El
acceso infantil al mundo adulto
por los medios
electrónicos de hiperrealidad ha
pervertido la consciencia de sí mismos de los niños contemporáneos como
entidades incompetentes y dependientes.
Esta percepción de
si mismos no
se compagina bien
con instituciones como la familia
tradicional o la escuela autoritaria, basadas ambas en una concepción de los
niños como seres incapaces de tomar decisiones por sí mismos.
La
reacción: odiar al niño listillo.
El
niño postmoderno es un listillo, y a menudo se le presenta en la cultura
popular como "despabilado". En cuanto chicos listos sabelotodo, con
frecuencia es fácil odiarlos. Los niños con poder son
especialmente amenazantes para los adultos.
Valores
familiares: palabras clave para el abandono infantil.
La familia es un lugar de lucha política e ideológica
desde finales del siglo XVIII. Estas luchas han servido en el siglo XX para dar
explicación a la ruptura de la familia tradicional, por lo que en la actualidad
el núcleo familiar es un lugar de hostilidades latentes, ya que los niños
precoces luchan en contra de sus padres por privilegios adultos y bienes
materiales.
La
fría realidad de la violencia en las familias y entre los niños.
Por mucho
que podamos destacar
los problemas internos
de los discursos
sobre los valores familiares
y la defensa
del menor y
deplorar el miedo
u odio a
los niños que
encontramos en
los resquicios del
inconsciente público, de
ninguna manera queremos dejar de lado las dificultades de la
crianza infantil y las frustraciones de los padres y los profesores actuales.
La delincuencia infantil
y juvenil es
un hecho de
la vida que continúa
incrementándose en la
sociedad en los entornos
urbanos, rurales y suburbanos.
Actualmente, los
niños están cada vez
más implicados en
actos de violencia. Nuestro
razonamiento aquí es
que la
cultura infantil
y la cultura
popular en general
constituyen una dinámica
social que contribuye a la
violencia de los jóvenes.
Cultura
infantil y problemas de justicia.
Todo análisis actual
de la infancia
debe ocuparse de
los problemas de
las injusticias relacionadas con
la raza, la clase y el género que acosan
a segmentos de los niños que
constituyen el público
de la cultura
infantil y determinan
el formato de
los medios, el texto impreso
y las dimensiones
interactivas de esta cultura.
Cultura
infantil con raza.
Los
agentes artísticos informan que los actores para los
anuncios se escogen
cerca de la norma de
aspecto –típica blanco. Cuando se presenta a actores no blancos, con
frecuencia se sitúan en la periferia de la acción dejando los papeles de
dirección e instigación a los niños blancos.
Cultura
Infantil con género.
Dado todo
el análisis y la reconceptualización de
los géneros que
ha tenido lugar durante
las últimas décadas,
es asombroso que la cultura infantil pueda
conservar una diferenciación de
género tan grande
como la que
tiene. Sin embargo,
mientras que el análisis de género de la cultura popular
avanza y proporciona ideas importantes sobre la construcción de género de los
medios, la cultura infantil continúa promoviendo roles de género perfilados.
¿Qué hacemos? Repensar la
educación de niños y niñas.
A medida
que comenzamos a comprender estos problemas, se presenta la necesidad de una reconceptualización de la educación
de niños y niñas.
Una
educación crítica de la infancia está interesada en el conocimiento y las
intuiciones que los niños traen a la escuela. En la hiperrealidad este principio
pedagógico significa que
los educadores están
obligados a estudiar la cultura infantil, su efecto sobre
sus consumidores, y su relación con el deseo. Si estamos interesados en conocer
a nuestros niños, una pedagogía de este tipo nos proporciona una línea directa
a su consciencia así como a su percepción de si mismos y del mundo.


